El trabajo tiene alma de mujer

No voy a sorprender a nadie hablando del protagonismo de la mujer en nuestra sociedad, su instinto innato y su inteligencia probada desde nuestros ancestros la convierten en motivo justificado de mi atención en este artículo; un dicho anónimo atribuido al siglo XVII, dice: “el hombre fue creado cuando la naturaleza era ya hábil maestra en su arte”. Desde siempre, la mujer ha ejercido un papel de liderazgo, asumido silenciosamente detrás de la figura del hombre, y ello la convierte, sin duda, en el auténtico eje de nuestra estructura social. 

Hartman definió la inteligencia como “la función que adapta medios a fines” y ello bien pudiera complementarse con esa especial sensibilidad de la mujer, modestamente llamada intuición femenina y que en el fondo es una combinación de instinto natural, prospectiva y prudencia, que la convierte, sin duda, en fuente de grandes valores al servicio de una estructura empresarial moderna y una aportación impagable para los modernos trabajos en equipo en resultado final, pues en la actualidad nadie pone en duda su capacidad de innovación, su productividad, su sentido ético y su eficiencia contrastada con resultados evaluables en cualquier actividad.

Pero hemos tenido que esperar hasta los umbrales del siglo XX, para que a través de una especie de reivindicación permanente, el mundo de los negocios haya empezado a reconocer el papel de la mujer en el mundo del trabajo, trascendiendo las funciones accesorias hasta las posiciones realmente ejecutivas. 

DIFICULTADES DE LA MUJER EN EL MERCADO LABORAL

Sin embargo el camino hasta este reconocimiento expreso de la contribución de la mujer en el mundo empresarial, no ha sido de rosas precisamente y aún en la actualidad subyacen importantes DIFICULTADES para su decisiva aceptación en el mundo laboral, que como no, empieza desde el mismo momento en que decide integrarse en el mismo. 

Los principales inconvenientes que se le presentan a una mujer solicitante de trabajo acostumbran a ser muchos. 

Personalmente, siempre he mantenido una actitud mental abierta que aprendí de la Escuela John Osborne-nada que ver con el Jerez, pero sí con las técnicas de creatividad- y que consiste en convertir factores positivos los que puedan considerarse negativos. 

Existen determinados prejuicios que impiden en muchos casos la contratación de la mujer por a mi entender “malos” empresarios de los que destacaría los siguientes:

  • Su situación familiar (ama de casa con muchas cargas y responsabilidades familiares…). Sin embargo, la experiencia probada de la mujer como administradora de la economía familiar y su protagonismo como conciliadora y organizadora de la familia es fácilmente extrapolable al mundo del trabajo y representa un factor positivo, si se conduce hacia un ámbito participativo y de gestión. 
  • Posible inexperiencia. Aún partiendo de un desconocimiento del marco laboral e incluso del puesto de trabajo, la inexperiencia no será menos a la del hombre que coincida con idénticas circunstancias y por tanto deberá descubrirse su capacidad hacia la adecuación y asimilación a las condiciones del puesto de trabajo. Y éstas deberán medirse exclusivamente a partir de la disposición natural, las capacidades y especialmente su aptitud para integrarse en un grupo humano, independientemente de que el candidato sea hombre o mujer. Para su reconocimiento objeto están la entrevista previa, los tests, y cualquier método de aplicación práctica incluido en un proceso de selección. 
  • Dudosa capacidad de mando. Creo que nadie puede poner en duda la capacidad rectora y decisiva de la mujer en cualquier campo y si pensamos en el factor habilidad, entendiéndola como la función de organizar, planificar, motivar, movilizar y emprender, todas estas acciones pueden ser ejecutadas por una mujer. Son acciones que realiza diariamente y en otro ámbito, el de su propia familia que obviamente dirige desde nuestros ancestros, en todas las civilizaciones y con la complacencia del hombre que le ha otorgado esta responsabilidad y contando además con la sensibilidad y la intuición que le son propias. Muchas grandes empresas están dirigidas con éxito por mujeres en todo el mundo.
  • Condición “femenina”. Obviamente es imposible sentir como una mujer y desconozco el grado de inseguridad que pueda provocar un problema fisiológico o la propia servidumbre de la maternidad si es que estas particularidades suponen realmente una limitación de algún tipo, pero imagino que no será distinto al de las jaquecas, estrés, presión, etc., que pueda sentir cualquier trabajador hombre pero, ciertamente, hay muchos trabajadores con muy mal carácter y a veces ni siquiera saben el porqué.
  • Absentismo. Se dice que este fenómeno es más frecuente en mujeres casadas o parejas de hecho. En este punto debemos remitirnos a la estadística y exceptuando los partos, no es superior al de los hombres. Sin embargo, las bajas maternales, además de inevitables y previsibles, pueden atenuarse con la debida planificación y jamás puede considerarse un factor de riesgo superior al de un profesional que se accidente o contraiga una hepatitis.
  • Influencia del entorno. La recolocación de mayores de 40 años es un problema real y común, hasta que el empresario empiece a reconocer la experiencia o mejor cultura del trabajo, como un valor positivo, que afecta tanto a hombres como mujeres. En los últimos tiempos, ya sea por al vía de las empresas de trabajo temporal, incentivos de la Administración y de la propia Ley, etc., se está produciendo una progresiva tendencia a que determinados puestos los ocupen personas de este segmento, ya que la edad no está reñida con la eficacia y quizás el problema radica en la ausencia constante de muchas empresas, de una metodología de medición de los resultados, es más deseable “conocer” primero, para después poder “reconocer” y el aprendizaje es sólo cuestión de tiempo y análisis.
  • “Menor valía”. Existe un cierto miedo a contratar mujeres para determinados puestos de trabajo. Y creo que los equívocos orígenes de esta tendencia han sido heredados, posiblemente de una historia “machista” que afortunadamente las nuevas generaciones de empresarios van dejando atrás con cada día que pasa. 

Cuando miramos a nuestro entorno y descubrimos magníficas juezas, abogadas, ingenieras, periodistas, parlamentarias, etc. , además de las buenas secretarias, dependientas, administrativas, enfermeras y trabajadoras de cualquier sector de actividad con las que hemos crecido y compartido algún que otro proyecto empresarial, nos damos cuenta de que nuestra sociedad está madurando.

La posibilidad de contemplar el mundo del trabajo desde la tribuna de una consultoría profesional permite sin lugar a dudas una objetividad impagable y mi recomendación hacia contratantes y contratados impone un esfuerzo de abstracción y de aplicación de la inteligencia positiva. OJO
Estamos implicados en un claro fenómeno de mundialización de la economía en el que la competitividad tiene como consecuencia la flexibilidad y ésta debe adquirir la eficiencia priorizando el valor del factor humano. Cualquier empresario que pretenda subsistir en único mercado del Siglo XXI, deberá basar su fuerza en su capacidad de innovación y en la satisfacción permanente del consumidor, como eje real de la economía de mercado.

Y dentro de esta progresión de nuevas empresas del futuro capaces de asumir y adelantarse incluso a los cambios se destacan principalmente los servicios, este sector ha crecido hasta un 57% en esta década, muy por encima del secundario y como no del primario, este fenómeno no sólo es fruto de los avances tecnológicos, la mejora de la comunicación y la distribución racional, pues, la mujer ha contribuido especialmente en este crecimiento. La aparición de nuevas profesiones en los próximos 25 años, de las que ignoramos hasta los nombres y asistencia en tiempo libre y la mejor comunicación en general, marcarán las pautas del mercado laboral. Y, probablemente, en el futuro los trabajadores y trabajadoras deberán ser más polivalentes y flexibles y sólo tendrán adecuado, con independencia de sus sexos, pero aprovechando las ventajas que les proporcione su capacidad de adecuación a cada función empresarial.

Sinceramente, auguro un gran futuro a la mujer trabajadora, ella sin duda el eje de convergencia de todas las iniciativas empresariales, pues cuando hablamos de implicación de los empleados en la mejora de procesos internos, cuando nos dirigimos finalmente a un consumidor cada vez más formado y sensible a las aspiraciones de calidad total, no podemos permitirnos prescindir de su olfato empresarial, ni de su especial sensibilidad y como no esta fabulosa “intuición” al servicio de cualquier unidad de producción, distribución y marketing, etc. para que “todos” podamos aprovechar las oportunidades antes de que se pierdan.

Puedo asegurarles que en un futuro próximo las empresas que sepan situar estratégicamente en sus empresas a “trabajadores”, valorando exclusivamente su adecuación funcional y su actitud, prescindiendo de cualquier limitación por su condición natural de sexo, tendrán una importante ventaja competitiva ante sus demás colegas, pues nos estamos asomando al siglo de la mujer trabajadora que a su vez debe ser capaz de desarrollar sin ninguna limitación sus cualidades propias, implicarse en la autoadecuación y el reciclaje, descartar cualquier autolimitación y situarse en la recta de salida de las nuevas profesiones, recordando que en el fondo, para conseguir y también mantener un puesto de trabajo sólo necesitas estar en el momento justo y el lugar adecuado.