En Otoño, caen las vergüenzas. Por Miquel Bonet, profesor, abogado, autor de “búscate la vida!”
De las misma forma que la “caída de la hoja” representa el otoño, en la vida pública, también en estos días, se quedan al aire las “vergüenzas” de todos estas instituciones y sobretodo de esta gente que dice representar al pueblo, evidenciando una vez más, mi creencia de que formamos parte de un país, que sigue sin saber lo que quiere, ni a donde va, que obvia dialogar y empatizar, limitándose a inventar nuevas prohibiciones( hasta 60.000 leyes ) sobre lo que no entiende, con todo el peso de la misma intolerancia, que expulsó hace 5 siglos a judíos y jesuitas , al tiempo que esquilmaba el nuevo mundo , aniquilando como pudo a sus legitímos moradores, regalando después sus colonias, con esta vista de “lince”de sus diplomáticos, que regalaron uno de los países más ricos de Africa (Guinea ) a un dictador, o ignoraron a todo un pueblo (Sahara), sin asegurarse como hacen otros (Francia) algunas ventajas de futuro.
Al espectáculo de la justicia, liberando presos , premiando a los responsables del “Prestige” y aplaudiendo la inquinidad de los banqueros y otros “golfos” , se suma la mala gestión, una vez más de los jeriflates de la capital de España, dejando las basuras al sol durante 11 dias, para acabar “bajándose los pantalones” ante las amenazas de un servicio que privatizaron en su día, para ahorrar, no sé qué y que acabarán pagando a costa de los ciudadanos; a ello, sumemos el espectáculo bochornoso de las administraciones autónomicas, campando cada uno a sus anchas, y resultando que el “falso” café , para todos , va desde el Nesspresso con café jamaicano, en una mesa del Ritz, al cucurucho de malta bañada en leche en polvo, de mi internado en el 57 y eso es solidaridad? Por favor!
Pero lo más grave de todo, es la absoluta dejación en materia de valores, leáse la educación, que és la que marca el comportamiento, la actitud y la dignidad de un ser humano y de un pueblo.Llevamos varios decenios, “jugando” con la educación de la gente y al final la gente se ha llegado a creer que vale tanto como el dinero que tiene, construyendo una sociedad absolutamente eqoista y deshumana.
Hace ya más de 20 años, que se renunció al saber como un valor que no puede comprarse, se criminalizó el griego y el latin , en beneficio de, tratar de aprender cosas útiles, que finalmente tampoco se aprenden(informe Pisa, sobre matemáticas y comprensión lectora)pues sí, cosas, teóricamente útiles para trabajar, que tampoco han dado resultado, porqué más de la mitad de universitarios están el paro.
La última ha sido la de los Erasmus, como fue hace unos años, la escasa pedagogía sobre Bolonia y és que una cosa es educar y otra muy distinta “aprender” ésta última requiere, motivación, conocimiento, método y práctica, claro que si todo eso, no saben o no pueden enseñarlo los pedagogos de la comunidad, que incluyen , padres, maestros y entorno, o sea la sociedad, pues al final, la juventud, sale como puede.
Si no nos esforzamos en contribuir a que la gente tenga criterio propio, como decía Alexis de Tocqueville, la sociedad caerá “en la ignorancia, la barbarie y la falta de humanidad”, justo lo que hay: Se está criando a los jóvenes, desde la sobreprotección, obviando la cultura del esfuerzo y la meritocracia, porque la mayoría de padres, viven culpabilizados, por estar demasiado ocupados en avanzar en su vidas a menudo rotas ( más de un 40 % de separaciones en parejas de 25 a 45 años) y más preocupadas por la ocupación propia y de los hijos, que por descubrir sus propias competencias y también las de los suyos , contribuyendo a que hagan aquello que saben hacer y por lo que sienten verdadera pasión, algo que nos beneficiaría a todos.
Creo firmemente, que cada sociedad es rehén de sus errores, como lo somos todos de nuestras palabras y de la misma forma que hoy pagamos todos, la crisis que generamos también “todos” sin excusa, somos responsables no eligiendo bien a nuestros políticos, no rebelándonos, ni aportando sentido común, ante una burbuja que nadie se creía, hoy como ciudadanos de un estado, pagamos el precio de la descomposición de los valores y la ilusión, de la falta de solidaridad entre pueblos y lo que es peor, de tener una generación de jóvenes, al borde del precipicio del fracaso, que incluso ignoran porqué esta sociedad no es capaz de darles trabajo, o porqué no pueden disfrutar de una vida propia, al margen de los padres, que vergüenza ¿no? pero ¿sabeis lo peor de todo?, pues, me temo que los jóvenes de esta nueva generación ni siquiera son capaces de entenderlo, porque no tienen ni conocimientos, ni la conciencia , de los que les está pasando y por desgracias, lo que no se puede resolver por via de la educación, no tiene remedio.