Poco importa como quieran ponerle, su nombre impone pánico incluso a los que se rompen la sesera especulando sobre el futuro, cuando baja la demanda y mucho más en economía de mercado, lo que ocurre es que nadie se atreve a producir y estocar, las empresas contratan con muchas reservas, mucha gente queda en el paro y consume menos, encima han subido las materias primas y el dichoso petróleo y ahí tenemos a las economías que más estaban progresando en el último quinquenio, al borde del precipicio de la recesión.
La economía inglesa acaba de caer un 0,3 % en el último trimestre, aunque ellos nunca pierden su humor, ni su digamos, “mala leche” siempre pendientes de los vecinos de sus colonias. Así el Finantial Times del fin del verano nos situaba entre el grupo de los Pigs (cerdos); será porque coincide con las iniciales de los países del “sur” Portugal, Italia, Grecia y ahora Spain, “is not different”, y ha frenado su despegue para volver a su piara que no huele a maravillas precisamente. Lástima de soberbia, ignoran que el cerdo es el animal de la buena suerte en Asia, que al estar genéticamente dotado para alimentarse de raíces, siempre escarba la tierra y a menudo debe recurrir al barro y excrementos para protegerse del calor ya que no transpira, además, del cerdo se aprovecha todo, por tanto, ojito a criticarlo.
Pues bien, eso nuestro, no se trata de una crisis cualquiera, lo único que aseguran los expertos es que hasta el 2010, no hay buenas noticias, pero que puede ser menos grave que la de los 90. La verdad es que nosotros hemos padecido algunas situaciones igualmente especiales. El paso de la peseta al euro ocasionó una crisis, ¿recuerdan? Sirvió para que algunos “listos” redondearan hasta el abuso y pasamos de pagar 35 ptas -unos 20 céntimos por una baguette-, hasta los 0,80, es decir, 4 veces más en menos de 10 años, y ¡qué me dicen del café!, de los 10 duros del cafelito a las 170 pelas actuales, más caro que el mejor del mundo, en Piazza dei Fiori de Roma, aquí el más tonto hace “bolillos”.
Quién es responsable
Eso debe servirnos de consuelo, somos espabilados y naturalmente saldremos de la crisis, lo que pasa es que está vez la culpa global la tienen los bancos americanos y europeos, con las dichosas hipotecas y las “subprimes”. Malditos créditos baratos que modifican los hábitos del consumo de nuestros jóvenes, cuando un día deciden emprender la aventura de salir de casa, que no es nada fácil , ya que quieren vivir como sus padres, y entonces el banco les dice que sí, que si ganan 2000 euros pueden pagar 1000 de hipoteca y otros 800 por el BMW al que no renuncian. Y mamá se ocupará de la fiambrera o “la ensalada de pasta” que se embuten sin degustar a mediodía en el trabajo, porque lo quieren todo y no quieren pasar de nada y encima pretenden trabajar menos horas y todo eso.
Bueno pues, al final no puede ser, porque sin productividad los números no salen.
Recuerdo la crisis del 11/S, porque muchas empresas no consiguieron recuperarse en el “4 Q” llamado el Quatrimestre de esperanza, porque a veces salva el Budget del año. También otras minicrisis como el “porque no te callas”, o la subida del petróleo. Estos hechos puntuales causan cierta convulsión aunque después, la economía y el sistema los disuelve como un terrón de azúcar en un mercado cálido y optimista.
Pero para saber la causa real, a mí me gusta especialmente una frase del Nobel Keynes que hablaba del animal spirits, porque el alma de la economía es muy sensible a la opinión pública y es totalmente imprevisible. Curiosamente, la gran racionalidad que se espera de los pensadores financieros, al final está totalmente condicionada por las emociones, que son las que deciden el consumo. Los destinatarios de este pastel somos personas y, como tales, imprevisibles, caprichosos, cobardes, impulsivos y sobre todo muy complejos.
Es lo mismo que le ocurre a los clubs de fútbol y como decimos los abogados, sobre el papel se aguanta todo, se fichan cracks, se vende imagen o camisetas y se especula con grandes inversiones, pero todo depende de que entre la pelota.
Ahora el problema es más grave y como mínimo más preocupante, va a ser un buen momento para tomarle el pulso a este gobierno, porque ya se sabe, cuando las cosas van bien, cualquier joven con un master aprobado puede llegar a dirigir el país. Y, si no es así, con la burocracia, todo acaba funcionando aunque sea a medias, nadie sabe exactamente porque hace las cosas, pero cumpliendo sus respectivas rutinas se acaban haciendo. Incluso existe cierto método: la modorra de los lunes, la máquina del café y el famoso “duplicado” que tienen todas las administraciones locales, periféricas u estatales y que consiste en aquel formulario con su copia correspondiente y que posiblemente se viene utilizando desde hace 100 años, pero que nadie se ha ocupado de ver si está obsoleta. Al final aunque sea por exceso todo funciona.
Si será importante el método que ni los cambios de signo de partido se atreven a cambiarlo aunque no crean en ello; vamos, que lo dejan ahí como se dejaba antes el crucifijo en los ayuntamientos, no sea que alguien se enfade.
El funcionamiento de la economía
Todo sea para entorpecer o justificar puestos de trabajo y así no es de extrañar que cualquier iniciativa privada de cambio o cualquier pequeña innovación en el ámbito público, se ahogue antes de ser reconocida. Cuando hay una iniciativa de un emprendedor que se decide a “empeñarse” en el montaje de una empresa, se exige además de la idea y el plan de empresa, una alta dosis de paciencia y una tramitación ¿lo harán para que la gente desista? Me temo que sí y de esta forma no se puede hablar de las crisis.
Parece que hemos olvidado como funciona el tema de la economía de mercado, la creación de riqueza y la sostenibilidad.
Vamos a ver, el tema empieza con el espíritu emprendedor, sin iniciativa privada no hay economía, ¿de acuerdo? Las empresas para ser sostenibles tienen que vender algo y si es bueno mejor porqué así los consumidores lo compran y al final las empresas ganan algo. Perdón, hablo de empresas no de empleadores, especuladores o intermediarios, que ganan hasta cinco veces más que el productor –por ejemplo agricutura, pesca- y es normal que se quejen, estos parásitos tambien causan crisis , aunque como los cuervos se nutren de ella.
Pues bien, si las empresas serias ganan un diferencial, entonces invierten, arriesgan y crean empleo directo e indirecto. Si es flexible mucho mejor, a partir de ahí la gente confía y si hay estabilidad mejor, compra cosas, incluso de hipoteca, pero sigue comprando, de esta forma el mercado interno se realimenta y pueden llegar inversores extranjeros y a la vez se puede vender fuera. Todo muy fácil, sólo depende de algo tan sutil, llamado confianza, pero el miedo cierra la cartera.
Hay crisis y estamos retrocediendo en la mayoría de sectores, simplemente porque hay miedo y desconfianza. Por ejemplo, en el sector que mejor conozco, el de las ETT´s, llevamos un descenso de un 10,3 % respecto al 2007, según datos de la Agett. Mucha gente está en la línea del pluriempleo; según datos de la multinacional Randstad, estamos triplicando el número de personas que buscan segunda ocupación.
El miedo
¿Qué está pasando? Pues que la gente se ha asustado, está retrocediendo como los cangrejos y se está generando la “huelga de consumo” mucho más peligrosa que los “plantes” laborales, porque el final es inconcreto.
Luego salen los “listos” teóricos de economía y sentencian, “es que la gente vive por encima de sus posibilidades”, “es que se han dado hipotecas al 120%” o “la gasolina ha subido el doble en meses” y la mejor “es que estamos a la cola de Europa en productividad”. Bueno, sin frivolizar, es cierto que la crisis se nos ha subido a la cabeza, pero ¿dónde quieren que esté? Lo cierto es que hay un retroceso de la economía y eso en la práctica y aparte de las palabras bonitas de los políticos, a mí me suena a recesión. No avanzamos ni seguimos el rumbo trazado, vamos, lo del anunciado crecimiento del 3 y no sé cuantos, luego el 2 y al final, ni siquiera. Y entonces se empieza a improvisar para mejorar los números, pero para llevar un barco hay que tener una carta de navegación, un rumbo trazado y saber adaptarse a los cambios de viento, porque éstos son imprevisibles, aunque claro, esta explicación es para gente inteligente, los normales que somos mayoría seguimos a los que suponemos que saben algo.
No es una crisis inmobiliaria a pesar de que dicen que hay 800 mil pisos vacíos. A nadie le preocupó que se dieran hipotecas al 120 % del valor real, ni de socializar suelo público, tampoco era un tema del exceso de emigrantes que se jugaban la vida -por no crear unos canales racionales con el tercer mundo para que la gente viniera a trabajar legalmente- y ahora quieren despedirlos. Tampoco era sólo un tema de los americanos de los que vamos siempre a remolque, aunque digamos lo contrario. En el país del libre mercado, el estado más liberal del mundo acaban de ¿comprar? Bueno pues, inyectar miles de millones en Fannie y Fredie Mac, las empresas donde están la mitad de hipotecas del país.
La confianza
Estamos ante algo mucho más sutil porque coinciden muchos factores al mismo tiempo -algunos endémicos nuestros y otros exteriores-, porque siempre hemos confiado en lo que hacen los yanquis en vez de pensar por nosotros. Vaya con las subprimes, al final parece que sí, que todo es una cuestión de “confianza” la palabra mágica por la que vive la gente. Nos casamos confiando en el otro, tomamos un empleo confiando en el patrón, nos dan unos papeles viejos de colores con números y nos creemos que es dinero, porque confiamos que nos servirá para cambiarlos por cosas, eso funciona así, pero ¿hasta cuando? Se está enfriando el consumo, el cerebro de la gente y se está complicando la confianza entre todos. Los bancos ya no se fían de sus clientes, las empresas tiemblan porque su cliente pague, se está dudando de la confianza del sistema y eso sí que es preocupante.
Las recetas
Si a los que mandan realmente les preocupara la gente, se preocuparían a partir de ahora de analizar algo de lo que ha estado pasando, asumirían que por mucho que se diga que somos la 8ª,9ª, o no sé que, economía del mundo, el tema no es sólo de números. La mayor parte de nuestra economía depende de que salga el sol en nuestras playas, mientras tanto, la profesionalidad en turismo cada vez está peor. Nadie ha controlado los abusos, la mayoría de los polígonos industriales se asfixian porque no tienen vías estructurales que permitan una mejor salida de sus productos, no somos casi nadie en I+D. Un viejo profesor de management me dijo un día que un país que no construye coches, máquinas o útiles innovadores nunca será nada en el mundo y es verdad.
Claro que podemos conformarnos en ser buenos en servicios, y en economía de media escala, pero si no damos oxígeno a nuestra PYMES, tal como viene pidiendo Pimec, si no hay más inversión pública, si no flexibilizamos laboralmente y de verdad,vamos, que sin seguridad jurídica es más difícil asumir riesgos y contratar.
La verdad es que menos trabajadores suponen menos cotizaciones y encima, aquí también se ha prejubilado a la ligera y habrá que pagar pensiones. Vamos a notar el impacto de las devoluciones de IRPF, la mayoría de empresas van a cerrar el año por debajo de sus previsiones, incluso muchas intentan reducir horarios y salarios para evitar el cierre. Frívolamente, los que mandan han “arreglado” un índice de crecimiento de un 0,1 %, pero ¿qué crecimiento?
¿Y para cuando la creación de un catálogo de oficios? o ¿un plan de inmigración selectiva? Mientras mantengamos a un ingeniero ucraniano llevando una carretilla, o una economista argentina trabajando de camarera, con esta “subocupación” nunca aspiraremos a ser potencia de nada y nuevamente tampoco habremos ganado nada de esta crisis.
Mientras los chinos, indios o brasileiros y otras economías emergentes seguirán avanzando, y nosotros hablamos de trabajar menos horas, de conciliar más, de abonarnos al “mercadillo” de los sábados para comprar ñoñeces a 3 euros ¿Me pueden decir para que necesita un móvil un niño de 10 años para hablar con el chico de al lado? Cómo se puede educar sin dejarles crear sus propios juegos y a base de “wii”? o ¿me pueden decir y de que nos va a servir el puñetero padel cuando superamos el límite de nuestra incompetencia? Mientras tanto, otros ciudadanos de países menos ricos, hartos de engañar el hambre, con ansias de crecer o superarse y sin nada que perder, trabajarán lo que haga falta para vivir como nosotros.
Ejecutar un plan.
Estamos a punto de perder la oportunidad de convertirnos en “faros globales” en referentes de la iniciativa que nos llevó un día a superar el subdesarrollo de la postguerra. Aquella misma gente que criticaba los abusos de la oligarquía dominante, hoy viste de Zegna, gana dos “kilos” al mes, se pasea en coche oficial, gobierna por el voto y con tanta demagogia inútil llegaremos a ser el país con más funcionarios por cápita de Europa.
Dichosos políticos, como van a atajar la crisis si nunca han luchado contra ella desde dentro, eso no viene en los masters, ni se aprende en las tertulias. Lo mismo que, tampoco hay fórmulas para la confianza, más que la verdad, porque nadie sabe el tiempo de mañana y menos lo que pasará en Navidad, igual que no pueden obligarte a querer a alguien, se hace y ya está.
Si quiere saber más, pregúntele al que sabe, a las generaciones anteriores, a los trabajadores de verdad y le dirán que la mejor receta frente a la crisis será siempre la convicción, mucha comunicación y sobre todo el trabajo. Apliquen lo mismo que hacen en las familias cuando el padre o la madre pierden el empleo o dejan de fluir ingresos, es decir, apretarse el cinturón, crear un plan de supervivencia eliminado todo lo que es superfluo, asumir compromisos y unirse mucho, porque el equipo es la clave para salir de ésta y todas las crisis.
Sólo los teóricos hacen pronósticos, la gente que cree en lo que hace prefiere salir al paso de los acontecimientos y con su trabajo tratará de superarlos, para ellos y para mí, la recesión no es más que un pequeño paso atrás que es necesario para tomar impulso.