No hay ciencia que hable de las armonías de la naturaleza, con más claridad que las Matemáticas decía Paulo Carus. ç
La primera vez que me hablaron de INTELIGENCIA EMOCIONAL se encendió como un flash en mi cerebro. Era un concepto que me era familiar, incluso evidente, pero al mismo tiempo, nunca nadie lo había definido claramente.
Voltaire afirmaba que la imaginación de un matemático superaba a la de cualquier humanista. Estoy muy de acuerdo, ya que incluso para pensar hace falta emoción y aunque en apariencia razón y emoción parezcan opuestos, mucho antes del renacimiento y de la existencia del mayor genio –para mí- de la humanidad, Leonardo da Vinci, que trató de explicar toda esa conexión entre ciencia y arte, muy pocos filósofos se han atrevido a explicar que hasta el cerebro tiene su “corazoncito”.
Hasta finales de los años 50 y de eso mis lectores financieros saben más que yo, los procesos de selección de personal que finalmente determinaban la valía de un candidato pivotaban sobre algo tan lógico y al mismo tiempo tan carente de sentido común como el coeficiente intelectual, o sea que la idoneidad de un puesto de trabajo lo definía básicamente el grado de “inteligencia” de un individuo o individua.
Actualmente, eso ya no va así, y ser simplemente inteligente o tener capacidad numérica, memoria, lógica o simplemente racionalidad, no lo hacen a uno más idóneo para un puesto de trabajo.
Y es que, además de los conocimientos que deben tenerse en alguna medida, cuenta la capacidad y sobre todo la actitud para mantenerlos y desarrollarlos, también interesan las formas y el entorno. Porque las empresas no quieren sólo profesionales, desean también personas.
Cuando se busca un financiero en la actualidad, no sólo se evalúan sus conocimientos, formación o experiencias, sino que se tiene en cuenta, su percepción del entorno, su capacidad de trabajo en equipo y la armonía entre su pragmatismo numérico y la capacidad para venderlo al consejo directivo.
Por tanto y al paso que vamos, el concepto de inteligencia ha sufrido mutaciones hasta desembocar en una definición algo abstracta, lejos de la generalidad histórica y relacionada con aquellas partes que se requieran en cada momento.
LAS DISTINTAS INTELIGENCIAS
La teorías sobre las inteligencias múltiples e incluso la influencia de las emociones en nuestra razón, se remontan a gente tan solvente como Plauto, Aristóteles, Epicuro , Montaigne , a los que se eyaden científicos más recientes como Freud, LeDoux, Gardner o el Profesor Marina.
Pero fue el psicólogo, periodista y maestro de marketing -4 millones de libros vendidos- Daniel Goleman, con el que tuve la fortuna de compartir conferencia en Madrid (1999), el que explicó claramente una vieja idea y nos “vendió” la bondad de la Inteligencia Emocional para incorporarla a nuestro universo de personas y profesionales.
Para Daniel Goleman, autor de los libros “Inteligencia Emocional” y “La práctica de la Inteligencia Emocional”, todo eso tiene que ver con las ACTITUDES, que tenemos frente a las cosas.
El concepto se define como una inteligencia derivada de las inteligencias INTRAPERSONAL e INTERPERSONAL, porque es la inteligencia que mayor incidencia tiene en nuestra vida, ya que constituye el vínculo y la conexión entre los sentimientos, el carácter, las creencias y los valores.
Para Goleman, según explica en sus libros, la Inteligencia Emocional se traduce en dos habilidades:
- La capacidad de reconocer, canalizar y actuar sobre los propios sentimientos que constituyen habilidades propias de la Inteligencia Intrapersonal que definía Gardner.
- Y la capacidad de actuar y modificar adecuadamente los sentimientos que aparecen en la relación con los demás que constituye una de las habilidades propias de la inteligencia interpersonal de la que ya habló el Premio Nobel Howard Gardner.
Estas conclusiones, sin duda tienen una gran relevancia en el mundo del trabajo porque muy por encima de ser eficaces profesionalmente, se requiere gente comprometida con el proyecto y a la vez que se lleve bien que los demás.
Porque es bien sabido que nuestro éxito siempre depende de la percepción que tengan otros, nuestra trascendencia está ligada a los demás y el crecimiento requiere el contraste de otros.
Cuando trabajamos en una oficina, en producción o acompañado de la enorme soledad de los números, nos damos cuenta de que podemos soportar fácilmente muchas dificultades, cuando existe la emoción de los demás o la posibilidad de hablar y sentirse escuchado, la comunicación no verbal, el calor del contraste.
Gran parte de nuestra existencia está contagiada de emociones. Yo pienso que incluso la gente que se va de las empresas, en realidad se marcha de sus jefes porque incluso la relación de trabajo acaba siendo personal.
En cualquier caso, emoción y razón están detrás de cualquier actuación que afecte a otras personas y a nosotros mismos. Por tanto, es bueno que sepamos cosas relacionadas con nuestro comportamiento y aún es más necesario que seamos capaces de incorporarlas a nuestra actitud porque ello influirá en la forma en que los demás perciban lo que hacemos.
Quiero analizar un poco como se produce todo eso, explicándolo brevemente y además abrir las puertas de la conciencia individual hacia la oportunidad de aprender, practicando, porque la enorme ventaja de la INTELIGENCIA EMOCIONAL es que puede aprenderse.
1. EL PRIMER GRUPO TIENE QUE VER CON NOSOTROS MISMOS
Reconocer, canalizar y manejar los propios sentimientos: Elementos Intrapersonales
Esta habilidad implica tres competencias básicas:
- Autoconocimiento-conocimiento de uno mismo.
- Autocontrol
- Automotivación
Aquí no se trata de saber qué piensan los demás de cómo somos, sino del conocimiento que poseemos sobre nosotros mismos. Porque ello, nos ayudará a justificarnos, porque somos así.
Todo empieza por ahí y entiendo que el nudo de la inteligencia emocional está en el conocimiento propio porque éste es el que permite poner en práctica las demás habilidades que podemos convertir en competencias como el autocontrol y la automotivación.
Casi siempre la mejor forma de resolver un problema es saberlo plantear y de esto los financieros saben mucho porque es como elaborar una cuenta de explotación de la vida propia, por tanto, empezaremos por ponerle un nombre a las consecuencias de determinados actos. Si somos capaces de darle un nombre, somos capaces de identificar las causas.
- El enfado es una actitud que nos ayuda a defender nuestros propios valores e indicar a los demás los límites (físicos o psicológicos) que no deben traspasar, normalmente no es una acción sino más bien una reacción que surge cuando nos sentimos agredidos, vivimos una injusticia o nos contarían nuestros intereses.
- El miedo es una reacción de cautela que nos advierte del peligro y, por lo tanto, nos da tiempo a protegernos, afrontarlo o incluso huir. Hay muchas clases de miedos, casi todos derivados del miedo a ser rechazados y el miedo al fracaso, pero se puede aprender a gestionarlo, simplemente identificándolo, se produce principalmente cuando nos enfrentamos a situaciones que antes no hemos conocido.
- La tristeza generalmente tiene que ver con la pérdida de algo, alguien. En el fondo nos despedimos de algo (material o inmaterial) y ayuda a eliminar el vacío que produce la separación. Hay otras formas de tristeza que no siempre controlamos y que tienen que ver con la autoestima, la falta de reconocimiento, la soledad.
- La estimación, aquello que nos permite ser generosos, disfrutar el placer de dar con él nos volvemos más creativos, nos puede aumentar las ganas de hacer cosas, nos acerca a las cosas sin juzgarlas, aunque también nos hace más vulnerables.
- La alegría estimula y protege la vida, ya que es consecuencia de una sensación de bienestar y armonía y surge cuando nos realizamos personalmente o cuando damos alcance a un objetivo.
- La envidia que se produce cuando no somos capaces de reconocer el éxito de los demás, es un nivel mediocre que si lo superamos nos llevará a la admiración.
Hay muchos más, pero éstos son los más representativos, también hay otros sentimientos que se mezclan entre ellos , la tolerancia, la caridad, la ternura etc.
AUTOCONTROL sobre UNO MISMO
Admiramos a la gente que sabe controlar la situación, aunque a veces sería mejor dejarse llevar por los instintos.
Hay que advertir que autocontrol no simplifica reprimirse sino sobreponerse a los instintos y a las emociones.
Aristóteles y después Kant lo definen como está capacidad de justificar a través de la razón nuestras emociones, especialmente para pararlas antes de que fluyan. Es como la presa en el río.
Conocemos a la gente que se autocontrola porque casi nunca resulta espontánea, tiene que ver con el equilibrio.
Dicen que uno de los caminos hacia la madurez sería definir esta capacidad de controlar los impulsos y que constituye el fundamento de nuestro carácter.
Me gusta esta frase clásica:
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo más conveniente, esto es casi imposible”
Uno de los campos en que el autocontrol puede ejercitarse con mayor frecuencia es para modular nuestras reacciones de enfado.
Cuando hablamos del enfado, me gusta mucho una explicación de mi colega y amigo el Prof. Carlos Andreu, al que le apasiona la componente seductora del enfado.
Su tesis se basa en que cuando alguien está enfadado, entra en su interior para buscar y siempre encontrar razones para defenderlo y justificarlo.
Somos capaces, incluso podemos embarcarnos en un monólogo interno para demostrar lo bien que actuamos al enfadarnos. En este sentido, Stephen Covey, en su libro “Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva” nos recomienda la siguiente actuación cuando nos asalta una fuerte emoción y que quiero compartir contigo: “las personas emocionalmente desarrolladas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos, y asimismo saben interpretar y relacionarse efectivamente con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida”, ya que:
- Suelen sentirse más satisfechas
- Son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad
- Incluso comprenden mejor cada situación, es como tener en cada momento un balance de la situación, incluyendo las previsiones a corto plazo e intuyendo aquellas condicionantes del mercado que nos afectan.
Así mismo propone una forma de actuar:
- Deténte, serénate y piensa antes de actuar
- Expresa el problema y di cómo lo sientes
- Proponte un objetivo positivo
- Piensa en varias soluciones
- Piensa de antemano en las consecuencias
- Sigue adelante y trata de llevar a cabo el mejor plan
- ¡Házlo desde el primer día!
- Comprueba como vas adelantando
AUTOMOTIVACIÓN
Las personas dependemos siempre de nuestros estado de ánimo para hacer las cosas de una u otra forma.
Somos un todo y además casi siempre domina nuestra componente emocional. Por otra parte, existen personas que pueden ver la botella que está en la mitad, de forma optimista o sea, medio llena, o de lo contrario en forma pesimista: medio vacía.
Éste es un síntoma claro de poca inteligencia emocional porque deja en los demás una de las decisiones fundamentales de la persona. La capacidad que tenemos de Automotivarnos significa llevar a cuestas la estufita que calienta nuestro interior sin que nos afecten los reveses ni los hundimientos de otras personas que están cerca de nuestro entorno.
Uno de los elementos básicos de la automotivación es la actitud optimista con que una persona se enfrenta a su existencia.
Todos los textos realizados sobre vendedores o personas dedicadas a hablar influir y convencer a la gente, así como aquellas personas dedicadas al mundo profesional y sometidas a un cierto estrés, la frialdad de los números es un ejemplo.
Algunos autores como Martin Seligman, Sue Knight, Jack Trout etc. están de acuerdo en que estos colectivos –son grupos en el que la automotivación resulta fundamental- uno de los rasgos de personalidad más discriminatorios de aquellos que consiguen resultados excepcionales es su optimismo, su capacidad de autoilusionarse.
Ya que estamos hablando de rasgos permanentes en la personalidad, la capacidad de generar ilusión debe mantenerse en el tiempo, es decir, debe ser perseverante, a pesar de fracasos aparentes y existen técnicas para conseguirlo. Casi siempre pasan por la mentalización y el recuerdo de las experiencias positivas recomiendo las técnicas de PNL .
El optimismo y, en contraposición, el pesimismo constituyen formas de percibir e interpretar las cosas que suceden en nuestro entorno.
Vamos a ver algunos ejemplos:
El optimista, cuando se producen situaciones negativas o desagradables, considera que:
- Casi nunca las cosas son tan feas como aparecen a primera vista, o sea que vale la pena profundizar un poco más.
- Las cosas que no dependen de él y, por lo tanto, los motivos que las generan no son directamente atribuibles a sus características personales.
- Dichas situaciones o circunstancias no van a durar siempre, sino un período de tiempo determinado.
- Éstas no van a influir en el resto de su vida
- Mañana empieza una nueva oportunidad.
En cambio, el pesimista cuando se producen situaciones negativas o desagradables considera que:
- Todo era previsible ¿cómo puede salir algo bien?
- Las causas que generan los problemas son directamente atribuibles a sus características personales
- Las situaciones siempre son fatales y van a durar siempre
- Además, van a condicionar el resto de su vida
2. EL SEGUNDO GRUPO, TIENE QUE VER CON LOS DEMÁS.
Y tiene que ver con la capacidad de actuar y modificar adecuadamente los sentimientos que aparecen en la relación con los demás:
Elementos Interpersonales
Esta habilidad, que puede convertirse en competencia, implica dos competencias básicas:
- Empatía
- Habilidad Social
EMPATÍA
Esta palabra mágica, consiste simplemente en la capacidad de comunicar nuestras emociones y de saber leer las emociones de los demás.
No es una cualidad privativa del ser humano pues hasta los primates y los perros saben leer emociones en el rostro de los demás.
La gente que posee una comunicación cinestética sabe ponerse en lugar del otro con mayor facilidad.
También las personas emocionalmente desarrolladas y equilibradas que gobiernan adecuadamente sus sentimientos, saben interpretar y relacionarse de forma efectiva y útil con los sentimientos de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida, ya que:
- Han aprendido de los propios errores y de los otros
- Su mente y sus sentidos siempre están abiertos
- Suelen sentirse más satisfechas
- Son más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad.
LA HABILIDAD SOCIAL
Es esta capacidad que tienen algunas personas para comunicarse con los demás y también la competencia de influir en los otros. Algunos lo definen como extroversión, don de gentes, magnetismo, carisma, atractivo etc. Pero ello se debe a:
- Que les gusta la gente
- Saben escuchar lo que otros quieren para corresponder
- Son ágiles mentalmente y pueden reaccionar ante cualquier situación
- Pueden adaptarse a cualquier entorno.
Todo lo que se relata en este trabajo puede aprenderse, para ello sólo faltan algunas cosas:
- LA MOTIVACIÓN PARA APRENDER
- EL TIEMPO PARA DEDICARLE
- MUCHA PRACTICA
- OBSERVACIÓN, PARA RECTIFICAR Y APRENDER DEL MODELO
- Y SI ES POSIBLE, UNA TUTORIA QUE SEA CAPAZ DE MOLDEAR UN PLAN DIDÁCTICO.
No está lejos el día en que las personas sean capaces de poner corazón a los números, según nos cuenta Beremiz Salem, en su libro sobre matemáticas, ojalá, también pudiera regalarse el talento necesario para que cada ser humano fuera capaz de disfrutar su vida con dignidad.