Ciertamente, nunca hemos estado más informados que ahora, vivimos rodeados de mensajes y palabras pero nadie tiene tiempo de escuchar. Supongo que habrá subido a algún avión ¿recuerda cuentas puertas de emergencia tiene un Boeing 757? (son 4 junto a las alas) ¿sabe para que sirven las líneas fluorescentes de los pasillos?¿sabría hacer una simple división con la prueba del nueve incluida? La verdad es que nos lo explicaron pero no lo recordamos y no porque tengamos saturado el hipocampo de nuestro cerebro sino, simplemente, porque no nos implicamos y no puede haber comunicación, ya que nos hemos convertido en charlatanes que no escuchan.
Y todo esto asociado a nuestra vida se repite todos los días en nuestras empresas incluso hay un tipo de directivos que creen que al usar palabras pomposas parecen más inteligentes. Renuncian a ser simple porque les preocupa que los demás piensen que son tontos, cuando en realidad ocurre todo lo contrario.
A menudo nos encontramos con frases que dicen cosas como “Tenemos que establecer una dimensión táctica para potenciar esta iniciativa” en vez de decir “Hagamos un plan” o “Hay que amortizar esta función laboral, ya que representa un coste intangible no congruente con la estrategia” por no decir “Está usted despedido”.
Puede parecer que a veces nos expresamos mal simplemente por evitar la verdad cruda, pero en muchos casos lo que se consigue es precisamente no hacernos entender, que sería el único fin de la comunicación, olvidando que en el mundo empresarial el único sentido de la información consiste en hacerla productiva, y si la ocultamos no nos vale.
El lenguaje forma parte del ser humano desde hace 120.000 años y curiosamente ha sido un proceso muy complejo que hemos mejorado todos los días, ordenándolo según las necesidades de los tiempos y a nuestra medida. Según Freud, a partir de los 4 años tenemos conciencia de la realidad y hemos grabado determinados recursos, sabemos que el fuego quema, como llamar la atención para comer y ponemos nombre a ciertos elementos básicos, aunque con el tiempo aprendemos mucho pero también lo complicamos todo un poco más.
La máxima representación de ello son los mensajes escritos de las empresas, los informes se convierten en interminables discursos que nadie escucha porque un ser humano difícilmente puede retener el 10 o el 12% de lo que le dicen, pues mientras otro está hablando puedes escuchar pero no aprender, sin practicarlo después.
En estos tiempos que corren, y con tanta información por clasificar, estamos expuestos a un auténtico caos gracias a la dichosa tecnología. Apenas podemos sobrevivir de los spams, sms y los continuos impactos mediáticos a los que estamos sometidos durante las horas que estamos despiertos. Por ello, yo les propongo que en adelante en toda su comunicación, ya sea escrita o hablada, piensen un poco en sus receptores y recurran a los principios básicos de las 4 C´s (claro, concreto, conciso y completo). ¡Créanme! … fomenten la simplicidad como una forma de escuchar mejor, los demás lo agradecerán y ustedes ahorrarán mucho tiempo.