Y ahora que? Por Miquel Bonet
Ya está, ya ha pasado la huelga, bueno por lo menos, la parte oficial de la misma y por desgracia, casi todo sigue como estaba, porque quedó claro, que la huelga sólo sirvió para dos objetivos, el primero de ellos, para que los sindicalistas que viven “del momio” se hayan justificado ante sus bases , intentando tapar , la absoluta nulidad de su, no me atrevo a decir trabajo, diríamos mejor, su razón de ser y segundo, para que parte de este 23 % de parados, pueda salir a la calle, a protestar contra una sociedad que es incapaz de darles trabajo.
Vamos a poner un poco de racionalidad a todo éso, aunque quiero advertir, que soy un convencido del derecho de huelga y de los sindicatos, al fin y al cabo soy obrero, hijo de obreros y luchamos decenios para un sistema de libertades y democracia, también debo confesar que mi generación-nacidos antes de 1950- no lo hemos logrado.
No hemos conseguido que los representantes de los trabajadores, tengan el nivel, el oficio y la profesionalidad necesaria, para que realmente tutelen por encima de todo el interés de sus representados, ante el propio, han evidenciado que no saben negociar,¿no sería mejor acudir a agentes sociales preparados para ello? Tampoco entienden nada de la flexiseguridad y una vez conseguida la devolución de sus patrimonios y las correspondientes subvenciones, poco han hecho para crear las bases de una nueva forma de trabajar, para conseguir que los trabajadores sean más empleables, más productivos y por tanto más competentes, siguen viendo al empresario como enemigo en vez de un socio necesario, porque siempre es mejor criticar , que construir una idea nueva, pues para eso hay que trabajar.
Todo lo contrario, se han enquistado, en una maraña de ayudas, reclamando derechos, a menudo en condiciones que rozan la coacción, ignorando en que consiste un mercado de oferta y demanda y han perdido en las épocas de bonanza, una oportunidad única para profesionalizarse al estilo de sus colegas europeos y hoy ni tienen representatividad, ni mucho menos credibilidad, no han conseguido ni siquiera, ser sostenibles, claro que, tampoco lo son, para vergüenza de tod@s, ni las patronales, ni siquiera la cultura, aquí se subvenciona todo, porque hemos conformado un modelo de “amoralidad” , recuérdese que moral, viene del latin “mor ,moris” y significa costumbre, por eso aquí, el nepotismo se considera normal.
La segunda parte, ha sido deformar el objetivo de una huelga, para convertirlo en un mecanismo popular de protesta, de queja, incluso de rabia impotente, para 5 millones de personas, que han sido engañadas en los últimos 10 años, por gobiernos, que obviamente no nos merecemos, hemos pasado de ser un país que pretendía ser la 8ª potencia mundial y que regaló 400 euros lineales por contribuyente, a ser un país que gasta más de lo que genera y por tanto en clara recesión y viviendo del crédito de la usura europea.
Me dedico a intentar motivar a mis alumnos universitarios , para que se hagan empresarios, para que dejen de pensar- más de la mitad de ellos- en ser funcionarios, con perdón, pero el ejemplo de la calle, la influencia de un entorno cobarde, incluso familiar, no favorece precisamente que nadie arriesgue nada, la gente ha dejado de creer y de confiar, no se fían de los políticos, ni de la iglesia, ni de los sindicatos, ni de la tele, ni de nada, se refugian en sus amigos y en los twits y eso no tiene que ver nada con la Reforma Laboral, criticada antes de que se ponga en marcha y que quizás no resuelva nada pero posible tampoco empeorará lo que hay ¿Por qué no dedicarse a explicarla , antes de combatirla?, y saben una cosa …y ahora qué? Pues trabajar más, aprender más, innovar un poco y vender fuera lo que hemos aprendido.