Aprender de África

En el norte de un hermoso país africano llamado Costa de Marfil vive desde hace siglos la etnia de los senufos, en realidad el hecho no tendría mayor significación a no ser por el sistema de organización social de esta comunidad, de la que sin duda podríamos aprender mucho.

Probablemente lo que más llama la atención al conocer a esta gente, además del entorno subliminal colmado de fetiches y de magia que envuelve cualquier pueblo del Africa profunda, sea la valoración de la mujer y el respeto por los perros.

Ya sé que suena a peyorativo pero cuando vivimos mediatizados por esta España rápida, que nos roba el aliento en esta huída al galope hacia ningún lado, corriendo por el túnel del consumo, sin la luz de los valores y con el vacío de un futuro demasiado lleno de cosas pero absolutamente incierto, lo que debiera ser natural suena a extraordinario.

Por mucha equiparación de derechos constitucionales, por mucha promesa electoral incumplida, en realidad, todos sabemos que la mujer sigue siendo discriminada en muchos ámbitos, los perros se abandonan como un sofá viejo a pie de contenedor y los políticos son muy ecológicos, aunque sólo en el “patio” de su casa.

En nuestra supina ignorancia que nos impide reconocer hasta lo poco que sabemos, confundimos a los africanos con los sobrevivientes de la “patera” o como estos ciudadanos de segunda que deambulan por nuestras ciudades, escondidos detrás de la ropa occidental, pero desconocemos que son poseedores de una cultura tan rica en lo social y familiar, como pobre en lo económico.

La mujer senufa goza del reconocimiento de su familia, del clan y del pueblo, trabaja, administra y cuida a su familia, tiene voz y voto en las decisiones tribales y mima a sus hijos extremadamente hasta la pubertad.
El perro senufo vive con la familia, es básicamente cazador, lleva un collar de raíces que le protege de los depredadores y es útil a la familia, contribuyendo a su bienestar.

Mientras esto sucede a cinco horas de avión, nuestras mujeres ocupan más del 60% de las cifras de paro y se les paga un 28% menos por el mismo trabajo, aunque se les exige lo mismo, a menudo comparten trabajo externo con labores domésticas y socialmente en el mejor de los casos son simplemente aceptadas.

De los perros españoles, es mejor no hablar, pues aparte de los valores que derivan de su comercialización como mascotas de “élite”, mientras son sacrificados por centenares cada día, para la mayoría el único valor reside en su utilidad, como cazador o “segurata barato” y los demás son maltratados, abandonados o víctimas anónimas en cualquier carretera, sin una señal de identificación.

En esta extraña ciencia del management dicen que anteriormente a la decisión, hacen falta análisis, datos e información, en estos casos los datos los tenemos todos, pero la decisión no llega, los políticos siguen creyendo que la reinserción de la mujer pasa por la ventanilla de las subvenciones, cuando probablemente y sin excluir ninguna ayuda, debería pasar antes por los pupitres de la formación.

Esta bien que invirtamos miles de millones en formación continua, en prevención y en ayudas, pero la mejor inversión siempre será aquella que “enseña a pescar”, el camino está más cerca de formar al empresario, promover el espíritu emprendedor y especialmente el de la mujer como empresaria, pues con toda seguridad la mujer está habituada a trabajar y emprender, sólo necesita la oportunidad de demostrarlo.