La suerte de ser vendedor

El mundo está cambiando y con él nuestra forma de trabajar. Cuando ni siquiera hemos asumido el choque que supuso en su día desechar el papel carbón, pasar de la máquina de escribir al PC o entender el milagro del fax, ahora resulta que las tecnologías de la información y sobretodo internet están cambiando el mundo. 

A partir de ahora nada volverá a ser como antes. Muchos oficios morirán para dar paso a otros nuevos , pero afortunadamente la gente seguirá solicitando cosas y alguien que se las proporcione. Probablemente existen necesidades que pueden satisfacerse individualmente gracias a la red, pero para la mayoría de productos y servicios se seguirá invocando el postulado de un perfil humano capaz de transmitir emociones y talento, que es de las pocas cosas que afortunadamente no puede hacer una máquina. 

La mediación profesional de un prescriptor, agente, vendedor o comercial sigue siendo imprescindible en este recién estrenado siglo XXI, y es que, dedicarse a vender, es mucho más que una función profesional. En realidad, estamos hablando de una competencia . 

Y ser competente no es más que la suma de conocimientos y habilidades que pueden ser observados y juzgados por los demás y en el caso de los profesionales de la venta, la valoración de los resultados, sigue siendo el indicador de su eficiencia. 

Parece que cada vez está más cerca, gracias al esfuerzo de corporaciones y colegios profesionales, el camino hacia un reconocimiento académico y público de este noble oficio. A ello deberán contribuir las nuevas generaciones de aspirantes que procediendo del ámbito universitario se están formando comercialmente porque han entendido que la polivalencia es el mejor valor añadido que pueden aportar a su titulación técnica o humanista. 

Los retos que nos propone el mundo económico requieren prepararnos adecuadamente para afrontarlos, de las misma forma que las áreas de compras se han convertido en centros analíticos-financieros y que, a menudo, la pequeña calculadora parece matar la mejor sonrisa. Lo cierto es que una formación integral será la mejor pértiga para superar todos los obstáculos. 

En futuros artículos trataremos de aquellas otras competencias que serán muy necesarias en un mundo redundantemente “competitivo” y de las herramientas que permiten desarrollarlas, pero, mientras tanto, le sugiero querido lector o lectora que vaya haciéndose un autoanálisis sobre aquellas que quiera potenciar y que comprenden el ámbito personal, relacional y organizativo, teniendo en cuenta que con la actitud necesaria para convertirnos en buenos profesionales nos convertirá, sin duda, en mejores personas.