Nadie conoce mejor la soledad que los que la sufren constantemente, aunque los demás no nos demos cuenta, y con el teletrabajo o con la formación a distancia, ocurre un fenómeno similar, envidiamos las ventajas de estudiar o trabajar fuera de horario, de evitar desplazarnos y de conectar el ADSL cuando, nos place. Pero no tenemos en cuenta, que a menudo, no tener horario, equivale, empezar a trabajar, cuando los otras tareas que tenemos, se han realizado, la diferencia de una aula o un despacho virtual, equivale a la limitación de medios y privarse de toda comunicación no verbal, no trabajar en grupo, es perderse el contacto humano y no olvidemos que incluso éxito sólo depende de la percepción de los demás. En cuanto a lo de conectarse cuando uno quiera, mientras dependamos de una red tecnológica, con velocidad precaria, en el que los “cuelgues” del sistema, son tan familiares como la tecla del “reset”, mejor cambiemos la voluntariedad por la posibilidad. Casi nadie se da cuenta de lo significa, tratar de aprender desde la distancia, incluso ensayándolo previamente, pruebe el lector, a explicar como cocinar un plato o hacer un nudo o más fácil, montar un mueble, a través de un manual y una terminal de teléfono u ordenador y lo comprobará. Porqué, para aprender de verdad, hace falta tener un modelo, poder experimentar directamente, descubriendo los errores para poder cambiar, y esto sólo funciona, si tenemos a alguien a nuestro lado, es muy difícil hacerlo solos. Una forma de aprender que está adquiriendo un notable avance, en el mundo de la formación, es el e-learning, distinto de la tradicional formación a distancia. La diferencia entre el buen y mal e-learning, sólo consiste, en la capacidad para simular situaciones real-como las cabinas virtuales de los pilotos- creando determinadas herramientas, que estimulen al alumno, hacia el descubrimiento de su propio aprendizaje. Para ello, deben rechazarse los métodos didácticos, basados en la formación presencial y acudir a la creación de una nueva metodología docente, auténticamente virtual, por tanto, imaginativa, motivadora, autoestimulante y especialmente tutorizada por profesores, que empaticen con el alumno, para conseguir que avance, hacia su real aprendizaje, llegando a la formación deseada. Ante esta forma tan novedosa y al mismo tiempo atractiva de aprender, se me plantean dudas y experiencias que he podido contrastar como profesor virtual, además de presencial, como consultor académico y también como jurista y que entiendo que deben velarse, especialmente, desde el ámbito de una asociación dedicada precisamente, a la mayor y mejor divulgación del uso del e-learning, como un camino de formación congruente con nuestro tiempo y avanzando en paralelo, con el futuro de las tecnologías de la comunicación. Creo que podremos llegar a virtualizar, copiar o incluso clonar casi todo, menos las emociones humanas, me interesa poco la ciencia, excepto cuando se ocupa de mejorar la existencia de las personas, y me gusta fomentar el acceso a la cultura universal, gracias a internet, sólo, si puede ayudar a la gente, para que, pueda entender mejor su entorno y de esta forma tenga la opción de cambiarlo o mejorarlo. He analizado los problemas que tiene el usuario de e-learning, contrastado con las opiniones de muchos de mis alumnos en la universidad y he descubierto que, a excepción de algunas dificultades técnicas, derivadas de una mala o insuficiente aplicación en sus terminales, la mayoría de problemas son de comunicación, ligados a la tutoría o al centro con el que han concertado el servicio del curso en cuestión. En un paso más avanzado, he contrastado que las dificultades no dependen tanto de la calidad de los contenidos o de la capacidad académica y de conocimiento de los tutores-me consta que es alta en general- sino de la capacidad de llegar al otro lado, cerca del alumno, en una palabra, la posibilidad de ser escuchado. Eso ha justificado, la creación de la figura de “defensor del usuario de e-learning”, como experiencia inédita a nivel mundial, asumirse desde éste puesto, un papel de receptor, de forma absolutamente objetiva y sin depender de otro interés más que, el humano de escuchar y comunicarse. El defensor, no busca convencer, ni siquiera influir, simplemente escucha cada caso, dando una opinión basada en el principio de la buena fe. No se pretende invadir la esfera del derecho privado, mediante dictámenes jurídicos, ni opiniones académicas, aunque obviamente, cierto conocimiento sobre ambas materias, permita facilitar contrastes con mayor rigurosidad. Ante un mundo de incomunicación, que vemos aparecer, a través de los medios audiovisuales y del que son espejo nuestros hijos, en el que el lenguaje se ha tornado pobre, espeso e inexpresivo, parodiado por SMS, voces de plástico y otras fantasías electrónicas, se está falseando el placer de la auténtica comunicación, por ello, creemos que acercarse a los problemas de la gente, es el primer paso para resolverlos. Resistirse al formulario, rechazar lo general, para individualizar, evitar el exceso de codificación, los paneles informativos y ganarle el pulso a la robotización comunicativa, será una forma de perseverar en nuestros valores como personas y conservarlos. Si el gran enemigo del e-learning, es la dificultad de ponerle cara, a los usuarios de esta fantástica herramienta de formación. Con la creación de la figura del defensor del usuario de e-learning, trataremos de crear un cauce de expresión humana, para las personas afines a ésta formula. En pocas semanas, cualquier usuario de e-learning, podrá dirigir a AEFOL, su opinión, pregunta, comentario o controversia, en la seguridad de que será escuchada, percibiendo en unos días, una contestación congruente con su cuestión y en los casos en que sea posible, incluso un camino de solución. Nuestro país que siempre se ha significado por su especial sensibilidad hacia los problemas humanos, quizás porque nuestra condición latina en contraste con nuestros vecinos del norte, nos ha permito desarrollar mejor el mundo de las emociones, va a contar con un receptor abierto, para que, desde el otro lado, estemos menos solos.