Hay un dicho muy popular que identifica este año que hoy se acaba como el peor de la historia personal de cada uno, nunca hemos tenido tantas ganas de acabar con este fetiche del calendario que nos ha tenido en vilo y se ha comido parte de nuestra vida sin que al final sepamos realmente lo que ha pasado, supongo que es semejante a estos sobresaltos inexplicables como los malos sueños de las noches de resaca.
Yo no sé cómo lo llevas amigo lector, pero por más que me esfuerzo para animarme y buscar estas oportunidades que cuentan la nefasta mayoría de gente con poder que se aprovecha de ellas a costa nuestra, aquí la única oportunidad que merece la pena, es saber que estamos vivos y con cierta salud, pues la verdad es que sobrevivir ya representa una oportunidad.
Quizás no os hayais enterado pero los pobres siguen siéndolo un poco más, porqué se han recortado sus ingresos y para una clase trabajadora que trata de buscarse la vida como profesional autónomo o llevando un pequeño negocio, ni siquiera el consuelo de la limosna de un pequeño subsidio va aliviar sus problemas visibles, aunque a mí me preocupa mucho más la parte oculta y me refiero a los cambios en los hábitos de compra gracias o pese a internet y además, todo eso está ocurriendo cuando mucha gente se creía este bulo del estado del bienestar, una mentira que han mantenido gente que se autoproclama neoliberal, pero que no son otra cosa que los magnates intermediarios de todo que no aportan mayor valor añadido que el estar en medio cobrando por venderte lo que no necesitas, manteniendo monopolios , corrompiendo políticos, comprando a los medios y engañando a todo el mundo.
Y es que a menudo la gente llegamos a tal punto de estupidez que nos creemos que el dinero simplemente se fabrica y que se puede ir por la vida saltado de un “sinpa” a otro, obviando que los trabajadores que ha cotizado 50 años como el menda y muchos otros con más de 40 tengamos que sufrir la amenaza de un recorte de pensiones o de servicios que en su dia financiamos, jubilar gente a destajo con cincuenta años, rebajar la jornada semanal o subvencionar todo, no ayuda a recuperar los valores que hacen progresar, como el esfuerzo, la competitividad, el sacrificio o el trabajo, todo eso que se está haciendo por ambigüedad y con excusas sociales es un insulto a la gente que construyó el país y al sentido común.
No hablemos de la universidad que sigue anclada en su mayoría en el siglo pasado, con poca atención a las profesiones del futuro, con un peligroso déficit de conocimiento esencial y emocional, con exceso de tolerancia en los traspasos de curso que unido a una creciente falta de vocación y de calidad por parte de demasiados formadores contribuye a fomentar un modelo generacional de jóvenes que en muchos casos y cuando existe por parte de algunos cierta actitud emprendedora aspiran a crear una star-up para venderla y enriquecerse lo antes posible, en vez de pensar en crear empresas que generen valor, den trabajo y contribuyan a mejorar la sociedad. Son tiempos malvividos porqué este año se ha sembrado de vacíos, de ausencias y de incertidumbre y que sólo la confianza a la que me aferro como ser humano , me permite permanecer optimista aunque lúcido, esto sí, también entusiasta pero moderado, porque así me formaron, pero con toda la fé en las personas, porque sólo por la gente que me acompaña en el camino de mi vida ya merece la pena.