La temporalidad eficiente

“Salud y trabajo”, era una frase habitual de la única abuela que conocí y  a la que perdí antes de la pubertad ;  reconozco que  entonces,  no llegué a entender  lo que había detrás de estas palabras, los años me están mostrando el valor esencial de lo primero, por encima de todo lo demás, en cuanto a lo del trabajo , parece ser el único patrimonio del que disponemos la  mayoría para  salir adelante , quizás por eso y cuando las cosas no pintan como deseamos, nos queda la esperanza de estar ocupados gracias a ésto, tenemos menos tiempo para pensar y en momentos como los actuales, entendemos su auténtico valor.

Porque será que en las épocas de crisis, es cuando todos buscamos desesperadamente a quien echarle la culpa del invento, quizás ello tiene que ver con que generalmente  nos hayan educado para vencer y nadie nos ha enseñado a perder, por eso  la derrota es triste, sombría  y con vocación de huérfana.

Es interesante observar en estos tiempos  críticos, como se comportan aquellos que tienen cierta influencia sobre los demás,  para los políticos el mal es endémico, está generalizado y es consecuencia del entorno, incluso hay quien se atreve a culpabilizar a la globalización o a la propia tecnología, como si éso pudiera pararse de golpe, entre los empresarios  existen  algunas distinciones, no es lo mismo el emprendedor que compromete vida y patrimonio detrás de un sueño, capaz de generar riqueza que comparte con los que  aportan  la  fuerza de  su  trabajo y conocimiento a  su  misión empresarial, que aquellos que simplemente gestionan bienes ajenos y que no tienen mayor propósito que aumentar su patrimonio, petrechándose en un entramado financiero al estilo del “monopoly”  para aspirar a la simple especulación .

Mientras para unos la empresa es un bien social a proteger – siempre y cuando tenga una razón de ser –  gestionando medios ,capaz de general ilusión a las personas que contribuyen  invirtiendo tiempo y esfuerzo  y posibilitando la rueda de  trabajador y consumidor a la vez, que se retroalimentan permitiendo el sostenimiento de la economía, para los otros, una empresa solo es un  NIF, disfrazado con una marca, que necesita generar ingresos, para obtener la mayor tajada posible, en base a mantener sólo los empleados necesarios, entendidos como una unidad de coste, al servicio de un proceso productivo destinado exclusivamente a la obtención de beneficios a cualquier precio  sin general riqueza ni valores añadidos a la sociedad.

Ambos sistemas pueden convivir en una economía de mercado, porque finalmente, los productos y servicios  se compran y venden, atendiendo  mucho más al capricho de la tendencias artificiales creadas por el marketing, que a las propias necesidades individuales,  aunque  la gran perversión de este juego , es que los auténticos protagonistas, que son las personas, en su mayoría trabajadores dependientes de otros, apenas tienes otra libertad de opción, que decidir entre lo malo y lo peor, así unos acaban empeñados de por vida en un sueño que nunca desearon y otros  no tienen siquiera la capacidad para elegir, ya que han sido víctimas de una política educativa en la que falta la idea del mundo, el hábito de leer y razonar actuando como una masa gregaria al toque de lo que les venden.

Pero ni siquiera estas crisis, son capaces de obviar el auténtico problema de nuestro mercado de trabajo, una cuestión que no puede olvidarse a la hora de entender lo que está pasando especialmente en el mundo laboral y que arranca de los últimos  treinta años. Hay que asumir que nuestra legislación laboral y nuestro sistema , no es que haya caducado , sino que nunca se llegó a plantear seriamente  e integralmente  y hoy sufrimos sus consecuencias .

Perdimos la oportunidad de apuntarnos al carro de Europa en 1994 -en el ámbito laboral- con la posibilidad de instaurar una flexi-seguridad para afrontar los retos del siglo XXI, tambien despreciamos todas las oportunidades de las reformas  del 97 ,incluso la del 2006  y anteriores , ya que siempre hemos legislado imponiendo parches que taponaran el problema, sin planterase una reorganización general del  sistema, empezando por la propia formación, a pesar de que los contínuos fracasos escolares  servían como indicativos de un mal  endémico, lástima de tantos títulos y super masters  sin competencias,  cuando  todos sabemos que para crear empleo hay que priorizar el aprendizaje, y encima criminalizando la F P, como si fuera hija de un dios menor, pero de la que dependemos todos,  que sería de nosotros, sin alguien que hiciera  funcionar el agua de nuestro baño, nos llevara la luz a casa, colocara las ventanas, mantuviera nuestro coche, distribuyera nuestros alimentos y todo lo demás.

No es de recibo que seamos el pais en que la gente pase más horas trabajando y  en cambio, estemos en la cola de la productividad, no es cuestión de pereza, sino de sentido común, no es lo mismo pasar tiempo que  aprovecharlo y ahora podría ser el momento de remover todo lo que no funciona  en el complejo mundo laboral  y ponernos de una vez “las pilas” aunque sólo sea para sobrevivir.

Debería empezarse por entender , que es lo que buscarán en el futuro  las  empresas  y el mundo laboral, y entre sus necesidades no sólo se trata de conocimiento, éste en gran medida está en la red y el que falta lo tienen en su  knock-how,  en realidad lo que buscan las  entidades son personas, con actitud, ganas de aprender , con ilusión por hacer cosas y muy capaces de entusiasmarse por un proyecto en el que sientan reconocidos, a partir de aquí  los profesionales son capaces de asumir la movilidad, la polivalencia, incluso la visión estratégica, a cambio sólo piden reconocimiento en especies y en sueldo, tiempo de ocio   para recuperarse , mucha comunicación , afecto .y si es posible un proyecto realmente atractivo.

Es cierto que no todo el mundo tiene las mismas expectativas y que junto a personas capaces de comprometerse, existen otras más limitadas o que simplemente quieren comprar cierta libertad a cambio de un salario, esto es así porque cada persona es única e irrepetible y tambien es natural que cada uno tenga sus propias competencias  ya que tenemos ADN distintos, pero  el gran reto y la habilidad consiste en ayudar a la gente para que encuentre el proyecto laboral en que pueda desarrollar lo mejor que lleva dentro.

Para  ayudar en  este  cometido deberían existir las agencias estatales de recolocación, pero la intermediación en el mundo laboral, no es sólo una cuestión funcional, de control, o de ofertas y demandas, se requiere individualizar, tutorizar, acompañar y seguir, a partir de experiencias prácticas  y todo ello desde un marco de eficiencia,  por ello debe confiarse a los auténticos profesionales de la temporalidad, o sea las ETT´s, eso si ,desbloqueando las limitaciones en construcción, administración o sanidad que paradójicamente no se imponen a las demás empresas y teniendo en cuenta que ya sufren  un control más escrupuloso en materias de riesgos laborales o de seguridad social,por ello, tener más de 1000 oficinas de este colectivo en el país, contribuiría a desbloquear las oficinas del Inem, y aliviaría costes al ciudadano, la experiencia probada en los últimos años, supone un valor añadido cualitativo que las convierte en idóneas, como así se ha probado en la mayoria de paises ocidentales.

Nacidas a partir de la reforma del 94, las empresas de trabajo temporal, que sufrieron un auténtico acoso e incomprensión al principio, pues no contaron nunca con el apoyo decisivo de la administración, a base de esfuerzo, constancia  e ilusión, han conseguido ganarse la credibilidad social, gestionando una parte importante de la temporalidad del pais  más de 2 millones de contratos y propiciando al mismo tiempo la formación y contratación directa por parte de los empresarios usuarios, casi un 40 %,, que han nutrido sus plantillas de personas que han tenido la oportunidad de conocer previamente en una misión temporal, además ello permitiría descongestionar y optimizar la  adaptación al mundo laboral de colectivos más dificiles, como los mayores de 50 años, evitando  el abuso de jubilaciones flexibles, la carga de la prestaciones públicas a prejubilados, conribuyendo a  eliminar la triste figura del parásito social, que  parece un mal crónico de nuestro sistema.

Vivimos en un escenario globalizado  y en consecuencia muy sensible a los cambios del entorno, en  el que todos competimos con todos y con la amenaza muy justificada de potencias emergentes que quieren apuntarse a esta utopia del estado del bienestar, o simplemente desean mejorar su calidad de vida, como China,India, Brasil, los paises del este, etc, por ello, cobra especial importancia el trabajo , ya que es el más importante y  único generador de riqueza  de la de verdad, por eso el nuevo paradigma ,ya no consiste en tener un empleo de por vida, sino en mantenerse empleable y para ello se necesita adaptarse y formarse contínuamente para tener las competencias, que el mercado está dispuesto a comprar y no tengamos la menor duda, que siempre es más caro, lo que menos abunda  o sea el talento.