¿Por qué no mandan las mujeres?

Algunos expertos bien pensados y optimistas pronostican que en este siglo XXI se recuperará, por fin, una parte de los valores humanos y empresariales que olvidamos en algún lugar durante los últimos 30 años. 

La verdad es que no existen signos que permitan vislumbrar está tendencia más allá del romanticismo , esta palabra mágica que no tiene traducción en economía, ya que este universo global parece demasiado grande para ser comprendido. 

Vivimos dominados por el pragmatismo del consumo cuyos indicadores son la capacidad de compra, el bienestar propio y una tolerancia más bien menguante, pero suena bien hablar de utopías . 
A veces pienso que a la gente de recursos humanos nos pagan para potenciar la esperanza a través de la cultura del cambio, la evaluación del desempeño, el desarrollo del conocimiento, planes de carrera y todas estas cosas. 

Nunca he dejado de creer en la posibilidad de mejorar un poco mi entorno y me apunto, lógicamente, a este sueño de humanizar la empresa, incluso me atrevo a señalar algunos caminos que nos lleven a este propósito. 

Creo que la incorporación de mujeres en los puestos directivos puede resultar decisiva para mejorar los actuales valores empresariales, propongo reflexionar sobre ello. 

Si analizamos aquellas características que caracterizan un buen liderazgo, como la capacidad para transformar a las personas, hacer que descubran su talento y por tanto, destacando competencias básicas como: empatía, ilusión, serenidad, autocontrol, constancia, paciencia, confianza, aprendizaje y mucha comunicación. 

Descubrimos que todas estas cualidades están más cerca de la mujer que del hombre, simplemente por haberlas desempeñado desde hace muchos siglos, y hoy siguen siendo realidad en economías básicas, pues administrar recursos, facilitar el desarrollo, comprender, aguantar, escuchar , motivar, sacrificarse es lo que hace cualquier mujer con responsabilidades cada día en cualquier familia y en todo el mundo. 

Avancemos un poco más ¿cómo saber lo que ocurrirá mañana? ¿cómo prepararnos ante un futuro cambiante por la dichosa globalización? con intuición está claro, y ¿cómo conseguir retener el talento de la organización? con sensibilidad, y por último ¿cómo saber donde están los focos de los problemas? sin duda escuchando. 

Intuir para organizarse mejor, escuchar para comunicarse, ser sensible para individualizar las relaciones con trabajadores y clientes, y al mismo tiempo, ser exigentes con el método, son características propias del género femenino. 

Por tanto, está llegando la hora del recambio y las mujeres deberían prepararse para dirigir las economías mundiales, y hablo de dirección, porque mandar nunca han dejado de hacerlo, afortunadamente para nosotros, en otro caso, ni siquiera hubiéramos superado la infancia. 

Ahora sólo falta que rompan de una vez este “techo de cristal” que ya han superado las profesionales médicas, abogadas o políticas y, por último, sólo les quedará su gran asignatura pendiente, tan de moda, la dichosa conciliación familiar. 

Los problemas son bien conocidos, la imposibilidad de estar en dos sitios a la vez, este miedo a la libertad “frommiano”, la inflexibilidad, el deseo de “ comprar afecto “, la falta de tiempo o la excesiva preocupación por el fracaso y el rechazo. 

Pero, de todo esto, podemos hablar otro día, de momento, nos quedamos con la enorme posibilidad de convertir todas las barreras en auténticas oportunidades.