La línea de la izquierda.

 

Tranquilos que no va de política, aunque lo queramos o no, forma parte de la vida, pero me gustaría darle otra perspectiva a lo que sería el margen Izquierdo que siempre está presente, quiero recordar que en mis clases de ortografía ya nos familiarizamos con este espacio que debíamos dejar en la hoja de papel para iniciar y seguir las frases con cierta armonía, después los diestros, nos fuimos enterando que teníamos menos habilidad con la mano izquierda, en mi caso y como futbolista practicante casi de por vida, mi pierna menos mala fue la izquierda.

Nos situábamos a la izquierda para proteger y acompañar con el brazo a nuestra pareja y en la mili nos sonaba la “alineación izquierda” para numerar-nos y no digamos nada del “cero a la izquierda” porque se remueve nuestra autoestima, en los números romanos, sirve para restar, a los ingleses, obstinados por ir de contrario, es el carril normal, pero en las carreteras nacionales se adelanta por la izquierda y  también se te “cuelan “por ahí, cuando estás guardando cola  esperando una salida o en un embotellamiento , yo le llamo la línea de los “listos” muy común en este país que nunca aprendió que la democracia consiste en limitar tu libertad donde empieza la del vecino.

Este era el tema metafórico del que quería hablar, pues en el mundo de la empresa como en la vida real, todos buscamos atajos y a menudo las cosas no se hacen bien precisamente por esto. Nos quejamos a menudo de la escasez de talento, de la enorme mediocridad de mucha gente que se dice profesional, de la escasez de mandos intermedios, incluso de la falta de preparación de los políticos que nos gobiernan o que lo hacen ver, pero si lo analizamos de forma muy simple, el problema está en los “atajos”, en esta dichosa línea de la izquierda por la que “colamos” desde las recomendaciones, a los trasvases de cursos en secundaria y no digamos en la mayoría de programas de postgrado, por esta dichosa “titulitis” que parece ser la culminación de una autoestima “plastificada” creyendo que representa el pasaporte al éxito prefabricado.

Cuando nos planteamos la falta de talento, no reparamos que el talento – que todos tenemos en alguna medida- es un conjunto de habilidades y conocimientos, que solo surge y crece cuando se “riega” con la actitud y mucha práctica, o sea, dedicación, repetición y esfuerzo. Muchas veces los educadores, padres ,docentes o responsables, no nos damos cuenta que al facilitar que un alumno pase de curso en curso sin haber aprobado, por tanto sin buenos “cimientos” en realidad, en vez de ayudarlo, lo estamos empujando hacia su propio fracaso porque jamás conocerá su auténtica medida, no debe extrañarnos que esta “otra” sobreprotección en realidad es tan perversa, que impide a muchos jóvenes desarrollar su capacidad real para resolver problemas y posteriormente llegará a frustrarles.

La vida no debe verse como una cadena de atajos, sino como un camino hacia el crecimiento personal a partir del desarrollo armónico de cada uno que le permita descubrir sus competencias y que a la vez le orienten en aquellos campos en los que se sienta más a gusto, simplemente porque está más dotado para ello. No tengo la menor duda que si en el inicio de la formación nos preocupáramos de acompañar a cada niña o niño a fin de que descubra en que puede ser competente, esto sí, con mucha “mano izquierda” el resultado al final sería, conseguir mejores profesionales, preparados de verdad en lo suyo y capaces de sumar en una sociedad que necesita humanizar la tecnología para que esté al servicio de todos y no justo al revés.